viernes, 22 de enero de 2010

A mi amigo

A MI AMIGO


Entre luces que ciegan

un instante y se apagan,

mientras otras reflejan

su brillo mortecino;

entre sordos rumores

y estridentes chirridos,

que nos dejan sus notas

marcadas en asfalto;

entre voces que lanzan

su cascada argentina

y otras, secas, que escupen

palabras como látigos;

entre rutas marcadas

con cartabón y escuadra,

repletas de una masa

que se mueve, que anda;

entre muros que se alzan

hacia la bóveda alta

y esconden en sus senos

madrigueras de ratas;

entre tanto gentío...

muevo mis pies, cansado

de seres que me espantan,

sin que sienta si me andan.


...


A mi amigo, ¿lo has visto?

Si es así, dime donde.

¿Es en la noche oscura

con esfera de plata?

¿Es en sombra leñosa

tras la dulce mañana?

¿Es en torre cruzada

que nos marca lo eterno?

¿Es que quizás lo apresan

blanquecinos tentáculos,

o es libre como azul

inmenso entre dos techos?


¡Providencia divina!

seme viento

que soplando lo arrastre,

te lo ruego.

¡Providencia divina!

hazte sol

que lo infunda en mi rostro

con su aliento.

¡Providencia divina!

se torrente

que hasta mí me lo traiga

sobre llanto.


Lo necesito ahora.

Lo necesito ahora, este momento.

Lo necesito aquí, junto a mí, adentro.


Sin él noto vacío

todo cuanto era lleno.

Sin él siento temblar

cuanto de firme tengo.

Sin él estoy perdido

y ya ni a mí me encuentro.


No quiero oír palabras

con un extraño acento,

ni ver otra mirada

que la suya, lo siento.

Palpar quiero su zurda

en apretón sincero,

mientras lanzan los labios

las risas del encuentro.


Y sentirme inquirido

con palabra serena,

sobre cuanto ha ocurrido

de una escena a otra escena.

Y notar el reflejo

de un corazón gemelo,

sin temor de tipejo,

con valor, sin recelo.


La dirección es una,

uno sólo el anhelo,

dos para conquistarlo,

tres, por mayor esfuerzo.

No murmuréis sus faltas,

porque no os lo consiento.

Bastante las conozco...

bastante las recuerdo.


...


¡He visto a mi amigo!

¡Que sí, que lo he visto!

¡Que sí, que se ha ido!

Pero me ha dejado...

¡contento!


Pedro Casas Serra (05-1965)

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