domingo, 27 de abril de 2014

Pía y pía que pía...

PÍA Y PÍA QUE PÍA…


Pía y pía que pía,

reclama la avecica al infinito,

y su madre, al momento,

le llena la boquita de alimento.

Salmodia, noche y día,

la monjita, encerrada en su convento,

y Dios, al ruego atento,

de su cuerpo le entrega un pedacito.

Y yo, que estoy solito,

que te pido con toda cortesía,

que lloro, que suspiro y me lamento,

que hasta me desgañito...

¿ni siquiera un besito?


Pedro Casas Serra (09-10-2011)

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