domingo, 15 de febrero de 2015

El flamenco

La poesía que sigue está inspirada en el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Yo pensé que si él había hecho poesía de amor “a lo divino”, yo  bien podía hacer poesía religiosa “sobre el amor humano”. San Juan, con las formas de la poesía amorosa de su tiempo, hizo poesía religiosa. Yo, con las formas de la poesía religiosa de San Juan quise hacer poesía amorosa. Las referencias a la naturaleza que contiene son típicas del Cántico Espiritual y el Cantar de los Cantares.


EL FLAMENCO

Buscando estoy mi amado
y como peregrino
penitente de un castigo divino,
desgrano mi rosario
contemplando los rostros de la gente,

en busca de una mirada transparente
que atrape mi mirada soñadora
en el transcurso de mi camino diario.

Gacela ruborosa
que se refugia en la espesura más frondosa,
huye mi amado de mi alcance,
temeroso no fuera depredadora fiera.

A veces veo a alguien que de espaldas,
me parece mi amado,
y corro presuroso y al verle de perfil,
decepcionado, veo
que no tiene de mi amado la figura.

Mi amado es un flamenco de plumaje rosado,
posado en una pata, indiferente al mundo.

En sueños, veo a mi amado encadenado
en un rincón de la ciudad oscuro,
atado a un oficio sin futuro,
la cara sucia, el pelo despeinado,
pringado de sudor, desaseado.

Entonces, sueño que lo lavo
con jabón de romero,
que froto fuertemente con mis manos
su parte de delante, y su trasero
con esponja marina,
para secarlo luego con esmero
envolviéndolo en toalla grande, suave y fina;
que le perfumo con lavanda el pelo,
le afeito la barba de tres días
y con loción su cara masajeo.

Después, contemplo a mi amado
apuesto y bien plantado,
alzándose desnudo
de cuerpo entero,
y siento lo que Dios, posiblemente
sentiría, al contemplar a Adán el primer día.

Luego visto a mi amado lentamente,
cubriendo su natura con calzoncillos blancos,
con camiseta blanca sus tetillas,
con blanco pantalón sus pantorrillas,
con camisa blanca sus musculosos brazos
y sus ligeros pies... con blancas zapatillas.

Resultando mi amado
obra enteramente mía,
que lo he encontrado,
lavado, vestido y perfumado.

Y tal como lo he hecho lo deshago,
desvistiéndolo y dejándolo desnudo
en toda la belleza de su hombría,
gacela trashumante que pasó por delante
y atrapó mi mirada palpitante un día.

Pedro Casas Serra, Mi cuerpo es mi presente (2008)

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