miércoles, 29 de junio de 2016

“DESENHO (2)” de Cecilia Meireles (De Mar Absoluto, 1945)

DESENHO (2)

Fui morena e magrinha como qualquer polinésia,
e comia mamão, e mirava a flor da goiaba.
E as lágrimas me espiavam, entre os tijolos e as trepadeiras,
e as teias de aranha nas minhas árvores se entrelaçavam

Isso era um lugar de sol e nuvens brancas,
onde as rolas, à tarde, soluçavam mui saudosas...
O eco, burlão, de pedra, ia saltando,
entre vastas mangueiras que choviam ruivas horas.

Os pavões caminhavam tão naturais por meu caminho,
e os pombos tão felizes se alimentavam pelas escadas,
que era desnecessário crescer, pensar, escrever poemas,
pois a vida completa e bela e terna ali já estava.

Com a chuva caía das grossas nuvens, perfumosa!
E o papagaio como ficava sonolento!
O relógio era festa de ouro; e os gatos enigmáticos
fechavam os olhos, quando queriam caçar o tempo.

Vinham morcegos, à noite, picar os sapotis maduros,
e os grandes cães ladravam como nas noites do Império.
Mariposas, jasmins, tinhorões, vaga-lumes
moravam nos jardins sussurrantes e eternos.

E minha avó cantava e cosia. Cantava
canções de mar e de arvoredo, em língua antiga.
E eu sempre acreditei que havia música em seus dedos
e palavras de amor em minha roupa escritas.

Minha vida começa num vergel colorido,
por onde as noites eram só de luar e estrelas.
Levai-me aonde quiserdes! - aprendi com as primaveras
a deixar-me cortar e a voltar sempre inteira.

Cecilia Meireles (in Mar Absoluto, 1945)


DISEÑO (2)

Fui morena y delgada como cualquier polinesia,
y comía papaya, y miraba la flor de la guayaba.
Y las lágrimas me espiaban, entre ladrillos y trepadoras,
y las telarañas en mis árboles se entrelazaban

Eso ocurría en un lugar de sol y nubes blancas,
donde las tórtolas, por la tarde, sollozaban muy añoradas...
El eco, engañoso, por la piedra, iba saltando,
entre vastos mangos que llovían pelirrojas horas.

Tan naturales caminaban los pavos reales por mi camino,
y tan felices se alimentaban los palomos por las escalas,
que era innecesario crecer, pensar, escribir poemas,
pues la vida completa y bella y tierna allí ya estaba.

¡Cómo caía  la lluvia de las gruesas nubes, aromática!
¡Y el papagayo cómo se quedaba soñoliento!
El reloj era una fiesta de oro; y los gatos enigmáticos
cerraban los ojos, cuando querían cazar el tiempo.

Venían murciélagos, por la noche, a picar los sapotes maduros,
y los grandes canes ladraban como en las noches del Imperio.
Mariposas, jazmines, araceas, luciérnagas
vivían en los jardines susurrantes y eternos.

Y mi abuela cantaba y cosía. Cantaba
canciones del mar y del bosque, en lengua antigua.
Y yo siempre creí que había música en sus dedos
y en mi ropa palabras de amor escritas.

Mi vida comienza en un vergel coloreado,
donde las noches eran sólo de luz de luna y estrellas.
¡Llevadme a dónde queráis! - aprendí con las primaveras
a dejarme cortar y a regresar siempre entera.

Cecilia Meireles
(Versión de Pedro Casas Serra)

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